"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Convención Tercer Sector
Tercer Sector: Personas en primera persona (*)
Por Luis Cayo Pérez Bueno, vicepresidente de la Plataforma del Tercer Sector (PTS). Presidente del CERMI
25/10/2016
Buenas tardes.
Me corresponde realizar el relato de un debate denso, intenso y extenso. No se trata tanto de reproducir la literalidad cuanto de ofrecer una imagen fiel de lo dicho, expuesto y contrastado, construir un relato del relato. Tampoco puede ser un relato secuencial, lineal, sino que será sistémico, lógico, buscando el factor común, a modo de conclusiones operativas, de reflexión iluminadora para la acción:
- La ciudadanía activa, comprometida y participativa, que canaliza parte de su pulsión solidaria, individual y colectivamente, a través de organizaciones voluntaria, es un bien social valioso que sirve a la consecución y realización de una sociedad democrática avanzada respetuosa y respetable, frente a sí misma y ante las otras.
- Dosis de perplejidad, pues no todo son certidumbres. ¿Cambio de modelo social o peligro para el modelo social? ¿Las conquistas sociales -aún precarias, discontinuas y fragmentarias- son irreversibles? Más allá de la respuesta que ofrezcamos, se impones una defensa activa, incesante y beligerante de los derechos sociales, de la dimensión inclusiva y del bienestar extendido.
- La atención y satisfacción en términos que deparen dignidad es responsabilidad mediata e inmediata de la comunidad política organizada, del poder público democrático, y ha de proporcionarlas en clave de derechos humanos fundamentales, con sus notas propias de subjetividad, vinculación accesibilidad, asequibilidad y exigibilidad.
- Los movimientos sociales, las organizaciones voluntarias, no pueden sustituir al Estado sin riesgo de traicionarse a sí mismas y a sus ideales y valores más decantados. Son cooperadores críticos, exigentes y beligerantes de los poderes públicos para realizar los derechos sociales en su más amplio sentido; han de maximizar el protagonismo de la gente y el bienestar de las personas y de la comunidad. Son garantes y vigilantes de la mejora colectiva.
- El tercer sector, como expresión de la ciudadanía activa, organizada y participativa, como bien social valioso, ha de tener un reconocimiento legal que le permita desplegar todo su potencial de transformación y mejora de la comunidad.
- El tercer sector es un actor relevante que eleva la calidad democrática con calidez humana y cívica. Refuerza el protagonismo de las personas, ensancha la democracia y empodera a la gente, convirtiéndola en decisora.
- El diálogo civil es un instrumento para una nueva gobernanza perfeccionada, donde la toma de decisiones se comparte y se hace corresponsable. Todas las políticas públicas sociales, de igualdad o de inclusión, llámense como se quiera, han de estar presididas y permeadas por este principio.
- El éxito de tercer sector no se mide en número de atenciones a necesidades, muchas veces lacerantes, sino en las espirales de cambio –micro o macro, personales o comunitarias- que forzosamente ha de desatar. Da respuesta a las personas, aquí y ahora, en sus necesidades más apremiantes e ineludibles, y al tiempo genera cambio de las condiciones estructurales del ecosistema social.
- El tercer sector puede y debe ser un inductor de consensos básicos en una realidad política, como la española en estos momentos, fracturada, quebrada y fragmentada. Las legítimas diferencias ideológicas, las diversas cosmovisiones de lo que ha de ser la vida en comunidad, no pueden estancarse en oposiciones, en negaciones o en incompatibilidades paralizantes.
- La relación entre los poderes públicos y el tercer sector ha de estar presidida por una tensión democrática productiva; hay que gestionar para bien y con inteligencia el conflicto entre el elevado umbral de exigencia del tercer sector y el de resistencia a las demandas del poder político.
El tercer sector ha de ser transparente, ha de dejar ver y mostrar proyectado su luz clarificadora sobre lo que pasa, para cambiarlo, pero no puede ser invisible, no puede ser una zona de sombra, no puede contribuir a la opacidad, pues significaría tapar el rostro, silenciar la voz y apagar la visibilidad de la gente.
El tercer sector no es un fin en sí mismo, sino un motor de cambio, personal y social; somos agentes de inclusión, derechos y bienestar. Somos personas en primera persona.
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(*) Texto de la relación de la mesa coloquio “El tercer sector como actor de interlocución social y política”, desarrollada en el marco de la Convención del Tercer Sector “La sociedad que queremos”, celebrada en Madrid el 25 de octubre de 2016.